domingo, 31 de enero de 2021

UNA HISTORIA INMORAL



UNA HISTORIA INMORAL
El periodista y editor, Manuel Cerezales, conoció a una jovencita muy guapa, llamada Carmen Laforet, que tenía una novela entre manos. Como buen comerciante, supo ver la oportunidad y se encerró en un despacho con dicha joven para perfeccionar aquella novela, que reescribió con ella para enviarla al Premio Nadal. Con lo joven y bonita que era la escritora y los arreglos que hizo a su novela sabía que aquello sería una apuesta segura para el premio, a pesar de que ya estaba apalabrado para el escritor González Ruano.
Se trataba de una operación de marketing, que después se ha copiado mucho.
A la postre, Cerezales se casó con Laforet y la hizo madre de familia. Ella tenía, con tanto trabajo, pereza para escribir y, más aún, para escribir lo que él quería.
Se separaron, pero Cerezales puso como condición que no escribiese nada sobre su vida íntima de pareja, pues debía ser terrible.
Laforet se fue por esos mundos sin saber qué escribir, le faltaba tema y le faltaba el arreglista. Se supo solo el producto comercial de un marido sin escrúpulos: un puro florero literario que solo riega el poder de un hombre. A eso se resume el mito.

SOBRE MÍ

 


Licenciada en Filología Clásica y Española por la universidad de Granada, cursé estudios de doctorado, especializados en Literatura Española, adscritos al Programa “Lírica, Narrativa y Teatro: Teoría, Historia y Metodología (Siglos XVI-XX)” en la Universidad de Málaga, ciudad donde también realicé el ciclo superior de lengua italiana en la Escuela Oficial de Idiomas (EOI)

Posteriormente,  llevé a cabo estudios superiores de lengua y cultura italiana en la universidad de  Perugia (Italia) y de lengua y cultura francesa en la Universidad de Montpellier (Francia).

He colaborado habitualmente en prensa desde 1996, en diarios y revistas locales como -“Sur”, “Variaciones” y “Antequecultura- hasta 1999, año en el que se fundó “La Opinión de Málaga” del grupo Prensa Ibérica, donde tuve un espacio semanal durante veinte años, además del blog “Las malas lenguas”; http://blogs.opinionmalaga.com/lasmalaslenguas/

Y he publicado artículos en cada número de la revista “Bulevar de Málaga”, desde su creación en 2007 hasta su cierre a finales del 2012.

En marzo de 2010, obtuve el premio Ateneo de Periodismo Universidad de Málaga, Augusto Jerez Perchet, por el artículo “Dichoso aquel”, en memoria del poeta antequerano, José Antonio Muñoz Rojas.

A su vez, cultivo el relato breve, donde he obtenido algún reconocimiento.

He quedado finalista en el I Concurso Nacional de Relatos 2009, “Mujeres viajeras”, patrocinado por la editorial Casiopea, por mi relato “Nunca regresaré a Ítaca” y obtenido el Segundo Premio en el I Certamen Nacional de Relato “Sonrisa de gato” 2009, convocado por la editorial “Jirones de azul” que colabora con la asociación protectora de animales “No me abandones” por mi relato “Fidelius”.

En noviembre de 2010, recibí el Tercer Premio de Relato Breve, “Mujer trabajadora; ayer, hoy y mañana”, convocado por CC.OO., con el relato epistolar “Mi querido desamor”.

En enero de 2011, fui nombrada finalista en el XLIV Concurso Literario “Casino obrero de Béjar” por mi relato, “Béjar en el corazón”.

En mayo de 2012, publiqué mi primer libro de relatos “Sola en el Mundo (El libro de las mujeres contado por ellas mismas)”, editorial Alhulia.

En Julio de 2013, recibí el Premio Nacional de Relato Breve “Joaquín Lobato” por mi relato humorístico “Quien bien te quiere”.

En Noviembre de 2013, gané el XVIII Certamen Internacional de Relatos “Fundación Gaceta” (Salamanca) con el relato “El hombre inconcluso”.

En mayo de 2014, fui premiada en el XIV Certamen Nacional de Declaraciones de Amor “Dime que me quieres” organizado por el Ayuntamiento de Málaga en colaboración con su red de bibliotecas por mi relato “Pablo (masculino y singular)”

En junio de 2014, fui coautora de la antología de relatos “La primavera, la sangre altera”, publicado por Diversidad Literaria.

En Septiembre de 2014, volví a quedar finalista en el VI Concurso Internacional de Relatos “Mujeres Viajeras” por mi relato “Ariadna en Naxos”.

En Abril de 2015, fui finalista del XV Certamen Nacional de Declaraciones de Amor “Dime que me quieres” e igualmente finalista en el Premio Internacional de Cuentos “Max Aub”.

En Septiembre de 2015 volví a quedar finalista en el VII Concurso Internacional de Relatos “Mujeres viajeras” por mi relato “Un amor bajo el sol de Nápoles”.

En abril de 2016 publiqué simultáneamente dos libros. La novela infantil “NadaDora y Boquerón” (editorial Seleer) y el libro de Humor “Masculino Singular (editorial Alhulia)

En febrero de 2017 fui coautora del libro de relatos “Cuentos marengos” (Ed. Azimut)

En abril de 2017 me fue notificado el primer premio a nivel local del Certamen de Declaraciones de amor “Dime que me quieres” y publiqué el libro infantil “Principiana y Ceniciento” (ed. Exlibric) y la novela negra de humor “La confesión nefanda del asesino improbable” (Ed. Alhulia).

En diciembre de 2017 publiqué el libro de relatos "El horror es mío (cuentos de humor y pavor)" (Ed. Alhulia) en febrero de 2018 apareció publicado mi relato "Lolita" en la antología de cuentos eróticos, "Vuelta y vuelta" (Ed. Azimut) y en diciembre de 2018 contribuí con dos relatos; "Audrey contra Marilyn" y "Che, Pelado" a la antología de relatos "Siete Salas" de Editorial Azimut.

En abril de 2019 publiqué la novela histórica "Un invierno en el Paraíso"; una trama en torno a la Escuela de Bellas Artes de Málaga en el siglo XIX (Ediciones del Genal).

En mayo de 2019 participé en la antología de relatos "Pasaje Begoña. Contaré lo que fui" de editorial Algorfa con dos narraciones.

Fui presentadora del ciclo histórico “Málaga eterna”, organizado por la Diputación de Málaga durante el mes de octubre de 2019.

En  febrero de 2020 fue publicado  mi libro infantil “La gata con gafas” (Editorial Exlibric)

En julio de 2020 recibí el premio de relato, “Plaza Ochavada” de  Archidona por el cuento “A buenas horas, hijo mío”.

Mi libro de relatos “Historias de la vida puñetera”, publicado en la colección Monosabio (Ayuntamiento de Málaga), vio la luz en diciembre de 2020.

Estoy incluida en el Catálogo de Escritoras Andaluzas, publicado por el Instituto de la Mujer.

 

 

miércoles, 27 de enero de 2021

Un milagro en la vida

 


Aunque la expulsaran pronto del colegio y no volviera a verla más, se quedó para siempre en mi vida. Era una profesora peligrosa que hacía pensar y soñar, por eso debieron echarla y porque era preciso que ella nunca envejeciese en mi recuerdo.

Fue y será la mujer más joven que he conocido: con sus veinte y poco años de recién licenciada, sus camisas coloridas, sus vaqueros de campana, su pelo corto, sus parpados pintados de intenso azul sobre sus ojos elocuentes  y esa manera de contar entusiasta que hacía que la vida fuera solo presente, incluso la de un escritor que nació en el siglo XII. Yo no supe hasta entonces quién era Gonzalo de Berceo, ni siquiera que me gustaría saberlo, ni mucho menos que alguna vez estudiaría con tanto placer que no pareciese sino que estuviese de paseo en una tarde luminosa de primavera o disfrutando de una sesión doble de cine, o mejor aún, porque nada que hubiese hecho hasta ese momento podía gustarme más que escuchar a mi profesora de Literatura y, al llegar a casa, leer en las páginas del librote de texto qué nuevo autor sucedería, por ejemplo, al Arcipreste de Hita, o cómo sería el estilo literario del nuevo tema: El Renacimiento.  Adelantaba contenidos por mi cuenta como aquellos que están enganchados a una serie y quieren saber sin dilación cómo va a continuar.

En aquel momento tenía doce años y una reputación bien justificada de alumna distraída, de modo que a mis padres se les hacía extraño verme tan enfrascada en un libro de texto y ni se podían sospechar que estuviese atenta durante toda una clase para guardar con codicia cada palabra que decía una profesora, pero ellos no sabían que ella no era una profesora, sino la profesora, a tal punto que me planteaba si alguien había podido transmitirme algún conocimiento antes de conocerla a ella, que fue, además, la que consiguió que me conociese a mí misma. Esa niña de doce años, que era yo, desorientada y torpe de pies y manos, vivía mortificada por sus complejos sin hallar un motivo que justificase su existencia. Era, en suma, un patito feo, que se siente marcado por la diferencia entre quienes deberían ser sus semejantes: los hermanos, las compañeras…

Yo no sabía hacer nada de mérito ni los ejercicios gimnásticos ni las labores de costura y todas las materias me aburrían, no comprendía a los profesores, hasta que llegó la profesora y me mostró una habilidad, que yo desconocía en mí: leer textos con todo mi corazón y también llegar a construirlos. Resultó así que descubrí que mi rareza era compartida por otras personas y que, al encontrarme con ellas, me podría dejar de sentir tan diferente y tan frustrada. Así me lo hacías ver, profesora, cuando me hablabas de los escritores: toda aquella gente rara que resultó ser mi tribu y, como el patito feo, me ilusionaste con la idea de que yo no era un pato, sino un cisne.

   Cuando llegues a la edad precisa, lo comprenderás. Has de seguir escribiendo, pero, sobre todo, no dejes de leer. Lee todo lo que puedas. Algún día nos volveremos a encontrar, tú serás una buena escritora y yo estaré muy orgullosa de haberte mostrado tu propio camino.

Eso me dijiste, Inmaculada, poco antes de que te expulsaran del colegio. A las monjas no les gustabas mucho; ni tu manera de vestir tan desenfadada con tus vaqueros de campana y tus camisas coloridas, ni ese maquillaje tan azul que cubría tus párpados, ni esa manera de dar clase de pie, apoyándote en la mesa, en lugar de sentarte en la silla como los demás profesores. No les gustaba tu frenético entusiasmo al explicarnos los temas, ni que nos pusieras los casetes de Paco Ibáñez que musicaba los poemas de Góngora y Quevedo, ni que nos hablases tanto de poetas fusilados o exiliados y nos presentases con tanta ilusión las aspiraciones de la poesía social con Blas de Otero y Gabriel Celaya al frente y nos anunciases pletórica la libertad que inauguraba la democracia. Se suponía que todos habíamos aceptado la Transición, pero en ello había un fondo de hipocresía y tú no sabías disimular ni mentir, eras toda franqueza y transparencia: Esa nota de color y de luz que resulta tan discordante en un ambiente tan oscuro; así que te expulsaron.

La Literatura después, en manos de una profesora cansina, metódica y aburridísima, a punto de la jubilación, llegó a ser tan árida como las demás materias: sólo fechas y nombres de unos y de otros no; los censurados. Yo no atendía casi nada en aquellas clases plomizas, pero, al llegar a casa, leía el libro de texto y me imaginaba que tú me lo ibas explicando.

La vida ha dado muchas vueltas y, sin embargo, nada me pudo apartar de la idea de secundar tu labor. Ahora soy también profesora de Literatura e imito tu pasión y tu entusiasmo. Ojalá pueda encontrar cisnes entre los patitos feos y contagiar de luz esta época aun más oscura que la tuya.

La vida no nos ha vuelto a reunir, aunque nunca he parado de buscarte. Después de leer mucho, me lancé a escribir en serio y creo que, con sus más y con sus menos, he encontrado un espacio. Necesito decírtelo, profesora, para que sepas que he cumplido mi promesa, que te debo a ti ser lo que soy y te estoy inmensamente agradecida, pues si no hubieses llegado nunca a mi vida, todavía estaría dando palos de ciego. Hay personas que dan clases por ganarse un sueldo e incluso ejercen su oficio de modo desganado, pero, por fortuna, existen los profesores vocacionales, como tú, que les enseñan a los alumnos lo que son y lo que pueden. Gracias a ti, a los verdaderos profesores, encontramos el auténtico espacio los seres humanos. Un buen docente es el mayor milagro que nos puede suceder en la vida.

 

 

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